Cada vez que paso por la autopista y veo el cartel de
Caracas Capital de la Alegría siento como una grandísima mentada de madre.
¿Cómo puede catalogarse como Capital de la Alegría una ciudad donde los fines
de semana muere más gente que en otras partes donde hay guerra, donde hay que hacer
cola para conseguir papel higiénico, pasta de dientes y otros productos de
primera necesidad, entre otras tantas penurias? Eso es una burla, sobre todo
para los transeúntes que tenemos que ver el nefasto cartel por mucho
tiempo debido al agobiante tráfico que se vive día a día.
Muchas personas comentan del buen humor del venezolano y
cómo hace llevadero las carencias que sufrimos. Eso hasta un punto es cierto,
pero creo que por otro lado “ese humor” es uno de los grandes culpables de la
situación que estamos viviendo.
Aquí todo se convierte un chiste, si un alto representante
del gobierno dice una incoherencia, inmediatamente se convierte el chiste más
RT y compartido en Redes Sociales, en el día no se hace más que hablar de eso. Es así como evadimos lo realmente importante, parece que preferimos reírnos del "supuesto
error" y olvidar las muertes diarias, la inflación, la ineptitud de los entes
gubernamentales, la falta de moral, de educación y de respeto que se respira
diariamente.
En las oficinas ocurre lo mismo, al no haber una agenda y
claridad en lo que se quiere decir y hacer, vienen los chistes en reuniones y mesas de trabajo, pasan las horas, todos
se ríen y al final los mismos tontos de siempre terminamos con menos tiempo
para hacer nuestra labor y con más impotencia que antes.
Una cosa es afrontar las cosas con humor y otra muy distinta es hacer de todo un chiste. ¡Ya basta! Usemos el humor de manera inteligente y en
su justa medida, aprovechemos los nuevos medios para denunciar lo malo y
también para difundir las buenas iniciativas, los proyectos que funcionan y los
logros de nuestros paisanos.
"A veces el llanto hace más beneficio que la risa"
Pedro Muñoz Seca
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