jueves, 27 de enero de 2011

Oso colgado

Creepy

sábado, 15 de enero de 2011

Censo 90, la suma de todos

Estaba en cuarto año de bachillerato y se debía hacer una labor social, tocó entonces participar en el Censo 90, me viene a la mente la cuña con Kristina Wetter resaltando la importancia de saber cuántos y cómo éramos.

Creo que fue un domingo, en el cuál debimos llegar muy temprano al lugar de encuentro para recibir las últimas indicaciones, a mí me tocó censar en 2 edificios. Recuerdo especialmente 3 entrevistas.

En el primer apartamento, al abrir la puerta, el dueño se sorprendió de ver a un menor de edad, comenzó a llamar a la esposa y a despertar a los hijos para que me vieran, mientras yo recibía más preguntas que las que debía hacer, se reunió toda la familia en la sala y junto a ellos me tocó oír el sermón que daba el padre usándome como ejemplo, contando de sus comienzos desde muy joven y el esfuerzo que siempre ha hecho, todo lo que había estudiado y trabajado y esas cosas que son imperdonables oír un domingo en la mañana. Tanta fue la emoción del señor que incluso me tomó una foto con su familia.

La siguiente visita fue a un apartamento impecablemente limpio y lujoso, la dueña era una elegante profesora de castellano que vivía sola. Al ver como tomaba el lápiz, me dijo que parara, que si mis antepasados veían como escribía se revolcarían en sus tumbas y allí empezó una lección de la forma correcta de tomar el lápiz pasando por la importancia del Castellano y sus normas.

La tercera visita fue a 3 chicas, eran unas amigas de entre 25 y 30 años, en pijamas corticos y que estaban bien chévere. Recuerdo su picardía al conversar con un nervioso adolescente que evidentemente no dejaba de verles las piernas mientras hacía las preguntas.

Fue una grata experiencia, la gente se portó bien conmigo y en todas las casas me ofrecieron algo de tomar o comer, eran otros tiempos donde parece que las personas eran más amables y aún se podía confiar.