miércoles, 14 de abril de 2010

Un día de lluvia (o de m*****)

Estaba estipulado hacerme los exámenes médicos anuales en la oficina que por ley la empresa debe realizarle a los empleados. El ya acostumbrado desorden venezolano sólo permitió la extracción de sangre, quedando pendientes los demás chequeos para –espero- el día siguiente. El mal humor aumenta pero ¿Qué se puede esperar si tenía más de 12 horas en ayuno y desde temprano debía hacer cola?

A la hora del almuerzo salgo a la calle a pesar del tiempo de lluvia pienso: no hay problema tengo paraguas, claro no sabía que el mismo sería inútil y cuando empezó la fuerte lluvia me mojé por completo. Termino de almorzar y no ha parado de llover, confirmo que el peatón es el transeúnte que lleva la peor parte, si un carro se detiene y no paso por donde el conductor espera, recibo insultos y manoteos.

Sigue lloviendo y el camino se hace largo, espero que me salpique agua al pasar los carros pero milagrosamente no pasa, ya estoy cerca de la oficina, vienen caminando 2 personas un hombre y una mujer, ella más atrás, el está volteado hacia atrás diciéndole algo, cuando gira el eructa justo frente a mí, el olfato me dice que comió carne, ¡Buen provecho!
Ya no importa, la meta es llegar y no seguir mojándome.

La tarde es bien chévere con la humedad de la ropa y la actividad más divertida de las últimas semanas (si, es ironía).

Termina la jornada laboral y llego a otra cola, esta es para pagar el estacionamiento. Si hay algo que me moleste más a que se me coleen es que piensen que yo lo hago. Una "cincuentona" se me acerca con risa burlona y señala indicando que estaba en la cola, me disculpo y le digo que no sabía que estaba en la fila, ella sigue con su risa, la joven sifrina que la acompaña mueve intensamente su mandíbula y me dice: OBVIAMENTE estábamos en la cola. Para mi no era obvio pues hay un puesto de Panini, ellas estaban revisando barajitas y estaban como a un metro de la persona delante de ellas.

Feliz día.

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